Relatos cortos
Divagación de un ciclista mojado
Hoy la lluvia me ha mojado en la mañana rodando en mi bicicleta, mientras
realizaba varias diligencias en la localidad de Teusaquillo.
Algunos carros que han pasado a mi lado me han salpicado con el agua
lluvia de los charcos, he sentido mi ropa húmeda,
adherida a mi piel. Para consolarme me he dicho a mi mismo que no todos
los días son soleados y con nubes menudas en el firmamento. En la tarde,
el cielo en esta localidad se ha despejado de las nubes más grávidas y
oscuras, el Sol ha podido brindarnos más radiación. Así es el devenir de
los días, el clima es mudable, hay azar y diversidad en la vida de los
terrícolas.
Bogotá. Mayo de 2015
Un búho orejudo
Señor, ha llegado la hora de cierre de la biblioteca Atena. Comprendo, gracias. Salgo del edificio, la noche es fría, camino unos ciento veinte metros, me dan ganas de orinar, me acerco a un Roble y descargo mi vejiga. Escuchó a un ave volar, levanto mi cabeza, miro en derredor. Observo a la izquierda en un árbol pequeño, próximo, a un búho orejudo, me mira con atención, hago otro tanto. Termino de orinar, levanto la mano derecha hacia un bolsillo de mi chaqueta. El búho desconfiado vuela y lo pierdo de vista. No recuerdo haber tenido tan cerca a un ave de esta especie; no es extraño encontrarlo en un parque arborizado y que alberga un centro cultural. Los búhos son animales apreciados por Atena, además, Homero se refiera a ella como la que tiene ojos de lechuza.
Bogotá, mayo de 2024
Por curioso
Salí del apartamento donde resido al pasillo, oprimí el botón para que el ascensor viniera a recogerme. Arribó, entré, toqué el botón del primer piso. Guardé mi llavero en el bolsillo izquierdo del pantalón, abotoné mi saco, miré la ventanilla digital para saber si el ascensor había llegado al primer piso. Sorprendido, observé que se dirigía hacia los pisos superiores. Llegó al piso veinte, abrió su puerta, ninguna persona ingresó, salí a mirar. Vi, a la izquierda, los escalones de la escalera peatonal que llevaban al techo de la torre. Subí hasta la puerta, la cual estaba cerrada, la falleba horizontal de la mitad no tenía candado. Dado que nunca había estado allí, la curiosidad me hizo moverla y mirar el panorama desde esta altura. Tres chulos levantaron vuelo cuando abrí la puerta. El viento soplaba fuerte, intenté caminar pero, me quedé pasmado con lo que veía tan pequeño y vago de la ciudad, con la soledad de este espacio. Sin dudar, aunque tembloroso, cerré. No soy ave rapaz ni un curioso arrojado!
Por comprar un pan
Rodando en mi bicicleta por el barrio San Fernando vi la panadería y cafetería Astropan en la la esquina de la Calle 72 con Carrera 60, me detuve frente a ella a comprar un baguette. Estacioné mi bicicleta a la entrada, casi dejo olvidado mi bolso en la canastilla. Hice el pedido del pan y fui a la caja a pagar su valor. Había cuatro personas haciendo fila, volteé mi cuerpo varias veces para observar mi bicicleta. La fila no era atendida rápida por una cajera de unos 55 años y algunos clientes de la fila a último momento pedían otras cosas. Deje de observar mi bicicleta cuando era atendido el cuarto cliente, saqué un billete de mi cartera por el valor exacto del pan. Entregué el billete a la cajera, recogí mi pan, di media vuelta y me dirigí a la salida. Oh!, mi bicicleta no estaba. Mire la calle y no vi al ladrón con mi bicicleta, miré por la carrera y tampoco. Corrí por el andén de la carrera hasta la esquina, pero no lo descubrí. Estaba sorprendido que hubiera desaparecido tan rápido. Me disgusté mucho por perder mi vehículo de transporte, la tenía hace catorce años, era una Cannondale, un modelo clásico; le había instalado accesorios buenos y útiles. Mi gringuita me sirvió mucho! ¿Por qué no le coloqué la cadena con el candado que estaba en la parrilla?
Bogotá, noviembre de 2024
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