martes, 15 de agosto de 2023

Cuentos cortos

 

 

Relatos cortos

 

 Divagación de un ciclista mojado

  Hoy la lluvia me ha mojado en la mañana rodando en mi bicicleta, mientras realizaba varias diligencias  en la localidad de Teusaquillo. Algunos carros que han pasado a mi lado me han salpicado con el agua lluvia de los charcos, he sentido mi ropa húmeda, adherida a mi piel. Para consolarme me he dicho a mi mismo que no todos los días son soleados y con nubes menudas en el firmamento. En la tarde, el cielo en esta localidad se ha despejado de las nubes más grávidas y oscuras, el Sol ha podido brindarnos más radiación. Así es el devenir de los días, el clima es mudable, hay azar y diversidad en la vida de los terrícolas.

Bogotá. Mayo de 2015


 

  Soy un Géminis.  
 
Salí afanado del apartamento, tenía 48 minutos para llegar puntual al concierto de la Orquesta Filarmónica. Caminé rápido hasta la Calle 24, tomé un bus; me sorprendió el número 2211 que tenía su placa. Miraba con frecuencia la hora en el reloj; descendí en la estación de la UN. Llegué agitado al Auditorio, faltaban 11 minutos para las 4.00 pm.  Compré la boleta, me correspondió el asiento H22 de platea. En el programa musical estaba la obra "Cástor y Pólux" de Rameau. Caminando hacia al puesto me dije: "Hechos aleatorios me recuerdan que soy un Géminis".

Bogotá. Octubre de 2017






Alma Máter.
Un egresado vino a recorrer el Campus de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, acompañado de un nieto. Le agradaba observar aquí la variada arquitectura de sus edificios, mirar espacios significativos para él, disfrutar de sus áreas verdes y hacer actividad física. Caminando por un sendero esta persona vio escrito con pintura negra en una pared blanca de un edificio el siguiente graffiti: “La memoria no se borra con pintura blanca”.  Se detiene y le dice a su nieto que mire esto.  
El nieto, sorprendido, lee la frase escrita y dice: Tiene chispa!
El egresado comenta: Ingenioso, pero, la memoria no se escribe sólo en las paredes ni es el medio más apropiado para hacerlo y para comunicar. Reconozco que las paredes blancas de varios edificios han sido empleados como palimpsestos durante años, donde los ciudadanos expresan ideas cortas, disconformes, sentencias.
Añade: Curioso encontrar una frase como esta este año, pues la Universidad cumple 150 años de creada, aunque este Campus sólo tiene ochenta. El Campus fue diseñado arquitectónica y paisajísticamente para tratar de ser adecuado y funcional a las facultades de la Universidad y para hacer grata la vida universitaria de su comunidad; es un conjunto de edificaciones que tienen significado arquitectónico, histórico e importancia para la educación y las ciencias colombianas. Es un ámbito particular: aquí se han realizado y hacen actividades académicas, investigativas, culturales, artísticas, deportivas, administrativas y políticas. Varias generaciones de jóvenes por sus méritos de conocimientos y capacidades han estudiado en estos edificios y un número apreciable de egresados trabajamos en diversas partes de Colombia, contribuyendo a su desarrollo. Mijo, ¡la UN es nuestra Alma Máter!  Prosigamos.

Bogotá, 2017




Un búho orejudo

Señor, ha llegado la hora de cierre de la biblioteca Atena. Comprendo, gracias. Salgo del edificio, la noche es fría, camino unos ciento veinte metros, me dan ganas de orinar, me acerco a un Roble y descargo mi vejiga. Escuchó a un ave volar, levanto mi cabeza, miro en derredor. Observo a la izquierda en un árbol pequeño, próximo, a un búho orejudo, me mira con atención, hago otro tanto. Termino de orinar, levanto la mano derecha hacia un bolsillo de mi chaqueta. El búho desconfiado vuela y lo pierdo de vista. No recuerdo haber tenido tan cerca a un ave de esta especie; no es extraño encontrarlo en un parque arborizado y que alberga un centro cultural. Los búhos son animales apreciados por Atena, además, Homero se refiera a ella como la que tiene ojos de lechuza.

                                                                 Bogotá, mayo de 2024


 
 
 
 
 

Por curioso 

Salí del apartamento donde resido al pasillo, oprimí el botón para que el ascensor viniera a recogerme. Arribó, entré, toqué el botón del primer piso. Guardé mi llavero en el bolsillo izquierdo del pantalón, abotoné mi saco, miré la ventanilla digital para saber si el ascensor había llegado al primer piso. Sorprendido, observé que se dirigía hacia los pisos superiores. Llegó al piso veinte, abrió su puerta, ninguna persona ingresó, salí a mirar. Vi, a la izquierda, los escalones de la escalera peatonal que llevaban al techo de la torre. Subí hasta la puerta, la cual estaba cerrada, la falleba horizontal de la mitad no tenía candado. Dado que nunca había estado allí, la curiosidad me hizo moverla y mirar el panorama desde esta altura. Tres chulos levantaron vuelo cuando abrí la puerta. El viento soplaba fuerte, intenté caminar pero, me quedé pasmado con lo que veía tan pequeño y vago de la ciudad, con la soledad de este espacio. Sin dudar, aunque tembloroso, cerré. No soy ave rapaz ni un curioso arrojado!

 Bogotá, septiembre de 2024

 


Por comprar un pan 

Rodando en mi bicicleta por el barrio San Fernando vi la panadería y cafetería Astropan en la la esquina de la Calle 72 con Carrera 60, me detuve frente a ella a comprar un baguette.  Estacioné mi bicicleta a la entradacasi dejo olvidado mi bolso en la canastilla. Hice el pedido del pan y fui a la caja a pagar su valor. Había cuatro personas haciendo fila, volteé mi cuerpo varias veces para observar mi bicicleta. La fila no era atendida rápida por una cajera de unos 55 años y algunos clientes de la fila a último momento pedían otras cosas. Deje de observar mi bicicleta cuando era atendido el cuarto cliente, saqué un billete de mi cartera por el valor exacto del pan. Entregué el billete a la cajera, recogí mi pan, di media vuelta y me dirigí a la salida. Oh!, mi bicicleta no estaba. Mire la calle y no vi al ladrón con mi bicicleta, miré por la carrera y tampoco. Corrí por el andén de la carrera hasta la esquina, pero no lo descubrí. Estaba sorprendido que hubiera desaparecido tan rápido. Me disgusté mucho por perder mi vehículo de transporte, la tenía hace catorce años, era una Cannondale, un modelo clásico; le había instalado accesorios buenos y útiles. Mi gringuita me sirvió mucho! ¿Por qué no le coloqué la cadena con el candado que estaba en la parrilla?

Bogotá, noviembre de 2024

lunes, 29 de mayo de 2023

La serpiente Sabanera o Tierrera

 

La serpiente Sabanera o Tierrera

La serpiente Sabanera es nativa de la altiplanicie cundiboyacense, es un ofidio que tiene la capacidad de soportar el frío y la altitud de esta región de la cordillera oriental de Colombia, el hecho que habite entre los 2000 y 3300 metros permite entender que esté presente en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santander y Meta. Esta serpiente es un reptil delgado y de una longitud pequeña, gusta de vivir en áreas abiertas, su vida es semisubterránea, vive periodos de tiempo prolongados debajo de la superficie del suelo, aquí encuentra alimento, efectúa excavaciones y se protege de ataques de animales más grandes. La serpiente Sabanera en el dorso puede ser de color negro, café, gris azulado, gris oscuro; en el sector ventral presenta colores amarillo claro, anaranjado, verde limón, con manchas negras. Algunas serpientes enseñan en su piel, desde su cabeza hasta la cola, anillos de colores amarillos y rojizos. Tiene una cabeza pequeña, la cual al no ser prominente no se diferencia de manera notoria del resto de su cuerpo, que es cilíndrico, no voluminoso, sus ojos son pequeños y redondos (véase fotografía No. 1). Estas serpientes pueden llegar a tener una extensión de aproximadamente 40 cms., las hembras poseen un cuerpo de más tamaño que el de los machos. La serpiente Sabanera o Tierrera no es agresiva, no es venenosa, no muerde, su comportamiento es tranquilo y repta lentamente, suele evadir a los seres humanos. La serpiente Sabanera es de la familia Colubridae, subfamilia Dipsadinae, género Atractus, especie Atractus crassicaudatus, clase Reptilia, orden Squamata y suborden Serpentes, infraorden Alethinophidia.

La serpiente Sabanera se halla en áreas abiertas, en terrenos con una humedad relativa alta. Gustan de los suelos humíferos, en los cuales se pueden introducir con facilidad, excavar la tierra y establecer allí su morada, también buscan ocultarse y morar bajo ramas y troncos de árboles caídos, incluso debajo de piedras medianas y grandes. Dado que su cabeza es muy pequeña, su cuerpo cilíndrico y delgado, puede desplazarse con facilidad y meterse en el interior de la tierra (véase fotografía No. 2). En estos suelos húmedos y con materiales orgánicos que se biodegradan la serpiente Sabanera o Tierrera vive entre insectos, raíces y otros animales pequeños. En dicho medio ambiente las hembras ponen sus huevos y las crías nacen transcurridos varios meses, en el otro periodo lluvioso que sucede en el altiplano cundiboyacense, entre octubre y diciembre. En la Sabana de Bogotá se encuentra en áreas verdes conservadas, en bosques, en humedales, en laderas de los ríos, en pastizales, en potreros, en parques, tanto en el sector rural como en el urbano. Suelen vivir en lugares húmedos, próximos a donde el agua fluye como ríos y quebradas o en donde está depositada.

En sus desplazamientos por el suelo estos ofidios se mueven lentamente entre la hierba y la tierra, pueden excavar e introducirse en esta última, al hacerlo la aflojan y airean, esta capacidad que tienen de penetrar en la tierra y de vivir en su interior hace comprensible que la llamen también “Tierrera”. Suele alimentarse de lombrices de tierra, gusanos, moscos, zancudos, arácnidos y otros insectos de dimensiones menores. Cumple un papel ecológico en los ecosistemas que habita dado que controla las poblaciones de varias especies de insectos. Es una serpiente que ha estado muy amenazada de extinción por la violencia que sufre de los seres humanos (quienes creen que son peligrosas y las matan), por la destrucción de su medio ambiente, por ataques de animales como perros, gatos, ratas y aves ofensivas y rapaces. Son animales que llevan siglos viviendo en la altiplanicie cundiboyacense, a pesar que hemos alterado y reducido su hábitat y que han sido menospreciados,  son dignos de respeto y que se les trate con delicadeza. Además, merecen que sean más estudiados y que los conocimientos sobre ellos se difundan entre los habitantes del sector rural y de las ciudades de esta región de la cordillera oriental para que de manera comprensible se respeten y aprecien.

En Bogotá, las serpientes Sabaneras se pueden encontrar en los humedales, en los taludes de quebradas y ríos, en potreros, en parques, en franjas de césped, en pastizales, en las rondas de canales de ríos. No es extraño verlas deslizándose en andenes, senderos y sobre las calzadas de vías, en estos sitios las he visto golpeadas o aplastadas, hecho funesto (véase fotografía No. 3). Les gustan los lugares húmedos porque puede moverse en estos con más facilidad, sus cuerpos resisten el frío, se suelen ver en los periodos lluviosos, por lo general hacia el crepúsculo y en la noche. Cuando el agua lluvia inunda sus moradas excavadas en el suelo se ve forzada a abandonarlas y a buscar un mejor sitio. Es una especie endémica de la altiplanicie cundiboyacense,  pertenece al grupo de las serpientes inofensivas. Las serpientes Sabaneras no son venenosas, no muerden ni atacan a animales de mayor tamaño; al enroscarse en un tallo, en una rama, no lo hacen con fuerza. Cuando perciben amenazas de otro animal sus cuerpos expelen un olor fétido, que previene e induce a apartarse al potencial agresor; también tienen la capacidad de moverse más rápido y escapar. En ocasiones ante el peligro de ser objeto de violencia se aturde y permanece quieta, adopta la apariencia de un tallo sin hojas, caído de un árbol. Los prejuicios, el miedo y la ignorancia inducen a ciertas personas a matarlas cuando las encuentran, lo cual es una acción violenta innecesaria, errada y dañina. Es pertinente y educativo adelantar campañas públicas de conocimiento y respeto de la serpiente Sabanera o Tierrera, de las ranas, sapos, caracoles, cangrejos y otros animales nativos de Bogotá y la Sabana. Esta educación ecológica también compete a las cuadrillas de los trabajadores de las empresas de aseo y del Jardín Botánico de Bogotá que cortan el césped, hacen mantenimiento a los árboles y siembran otros, a los jardineros que prestan sus servicios a diversos predios.

 Los indígenas muiscas, quienes habitaban en la altiplanicie cundiboyacense cuando llegaron los conquistadores españoles en el siglo XVI, apreciaban y respetaban a las serpientes Sabaneras, para ellos era un animal sagrado (recuérdese que Bachué y su hijo emergieron de la  laguna de Iguaque, ubicada en Boyacá, y regresaron ya adultos mayores a esta misma laguna, transformados en serpientes). La figura de la serpiente Sabanera está muy presente en la simbología de los muiscas, para ellos estas serpientes son un ejemplo de sabiduría, y las relacionaban con el agua que consideraban una potencia creadora y fértil. Los muiscas las pintaron en las rocas y en los recipientes de la alfarería que fabricaban, junto a ranas, sapos, peces y corrientes de agua.

Anexo a este escrito un video que una señora efectuó hace más de un mes cuando les hablaba a unas niñas sobre una serpiente Sabanera que habían hallado en un prado cercano al Canal del río San Francisco (denominado por los Muiscas río Vicachá), entre las Carreras 62 y 63 de Bogotá), sin percatarme de su realización Deseo anotar que recuerdo haber visto esta serpiente en otros sitios de la ciudad de Bogotá como en el Parque Metropolitano Simón Bolívar, en el parque de la Biblioteca Pública Virgilio Barco y en los terrenos de la Universidad Nacional de Colombia. En Bogotá la serpiente Sabanera o Tierrera se halla en peligro de extinción por las construcciones diversas que se realizan, la disminución de las áreas verdes, la contaminación y las agresiones de que es objeto; es un reptil que es nativo, inofensivo y que debemos respetar. 

La serpiente Atractus crassicaudatus no debe confundirse con la homónima culebra Sabanera (Erythrolamprus epinephelus bimaculatus), la cual presenta el vientre de color rosado pálido en el que se intercalan escamas negras y rojizas, el dorso es de color verde con escamas negras, tiene franjas negras con escamas rojas, la lengua es negra. La culebra Sabanera puede alcanzar una longitud de 80 cms., también es nativa de la sabana cundiboyacense. Reside en pastizales de páramos, bosques húmedos altoandinos, en espacios ribereños cerca de la alta montaña. Suele estar en el suelo, entre la hojarasca, puede trepar a los árboles y nadar, en este hábitat busca alimentarse de ranas, renacuajos, sapos, insectos, lagartijas. Esta culebra puede introducirse en la tierra del suelo, hacer túneles con la intención de refugiarse y para escapar en caso de peligro. Tiene la capacidad de levantar la parte de anterior del cuerpo y aplanar las costillas del cuello con el propósito de intimidar a quienes la atacan, esta actitud no la asume la Atractus crassicaudatus

Orlando Beltrán M.

Bogotá, mayo 15 de 2023.

 

  

 

Bibliografía consultada.

Relatos de la fauna silvestre en Bogotá. Guía de campo. Primera edición, noviembre de 2019.  Bogotá. Secretaría de Cultura Recreación y Deporte. Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. 2019.

R. Felipe Patermina. Víctor H. Capera-M. “Atractus crassicaudatus-Serpiente sabanera.” Catálogo de anfibios y reptiles de Colombia 3(2): 7-13.  Consultado el 20 de noviembre de 2020.

www.colsalle.edu.co/web/index.php/noticias/91-la-serpiente-sabanera-

www.es.wikipedia.org/wiki/Atractus_crassicaudatus

 

 

 

Fotografías


Fotografía No. 1









Fotografía No. 2 








Fotografía No. 3

 







Vídeo