martes, 27 de febrero de 2024

Mi siembra de árboles en la Calle 22

 

 

Mi siembra de árboles en la Calle 22*

Durante siete años he sembrado varios árboles, por iniciativa propia, en la Calle 22, entre la Carrera 63 y la Carrera 64A, de la ciudad de Bogotá, en la franja de césped sur de la calle citada donde había carencia de ellos, los cuales he logrado sacar adelante poco a poco. Los planté hacia el borde sur, siguiendo una línea recta imaginaria, dejando una distancia entre ellos de 8-10 metros. Algunos no arraigaron, otros sufrieron daños y murieron, actualmente subsisten ocho árboles Chicalás, un Holy liso, un Algodoncillo (ver Fotografía No. 1). Me ha sorprendido el hecho que la mayoría de los árboles pequeños que sembré, y que murieron posteriormente, los talaron accidentalmente trabajadores de las cuadrillas de LIME (Limpieza Metropolitana S.A.) que podan el pasto en este sector de Ciudad Salitre Sur-Oriental, el cual hace parte de la Localidad de Teusaquillo de Bogotá; el modo rápido en que cortan la hierba con sus máquinas y el no observar con atención causan errores dañinos. Un número menor de estos árboles murieron por causa de la radiación solar intensa que ha sucedido en ciertos periodos de estos años. Obviamente me disgusta su destrucción, perder mi trabajo y mi tiempo.  Antes de sembrarlos en los huecos que he abierto con mis palas de mano y mi tijera de jardinería (oquedades de dimensiones pequeñas), preparé su cavidad con tierra adecuada y un compost hecho con residuos orgánicos de cocina, que dejé 45-60 días haciendo su proceso biológico de transformación y acomodándose al suelo pobre que encontré.

 A estos árboles plantados les he realizado mantenimiento periódico durante muchas jornadas de trabajo, pese al desdén, la incredulidad, prejuicios y falta de colaboración de los vecinos. Mis convicciones ecológicas, mi obstinación en lo beneficioso de estas acciones y en dar ejemplo de un proceder ciudadano, que podría ser emulado por otros, me han animado durante años, también es una sencilla contribución en pro del medio ambiente de la ciudad donde nací y ha transcurrido mi vida. Si he sido calificado de quijote, de tonto, ha sido por una buena causa. Los árboles posibilitan la conectividad ecológica para varias especies de aves, los acogen y  les  ofrecen alimentación.  Los árboles y los jardines contribuyen a que las ciudades sean construcciones humanas más limpias, saludables y atractivas para residir y laborar. Los árboles ayudan a mejorar la calidad del aire que respiramos en el lugar donde residimos y son amigos que encontramos viviendo en el mismo sitio.

También he tratado de darle continuidad a la serie de árboles plantados en esta franja de terreno de la Calle 22, desde la Carrera 50, que han sido Magnolios, Eugenios, Sangregados, Cerezos. Decidí sembrar Chicalás en este lugar porque he observado que se desarrollan bien en este sector de la localidad de Teusaquillo y porque he visto que se han reproducido en la vecindad algunas de sus semillas, de manera natural y aleatoria, en la tierra donde han caído, debajo y en el entorno donde estos árboles crecen. Los nuevos vástagos cuando están en buen estado y tienen una altura de 10-15 cms. han sido trasplantados a bolsas negras (con huecos en la base) para que continúen su desarrollo y se puedan llevar y plantar en sitios donde no hay árboles o no prosperaron los ejemplares arbóreos colocados años atrás. Esta labor la ha realizado el señor Jairo Barbosa  en un área verde ubicada en la Cra. 57 con Calle 22A (de una manera ejemplar), observando he aprendido a hacerlo, sin embargo, reconozco que él me ha facilitado varios árboles en estas bolsas. Además, he preferido los Chicalás por ser de talla media, por no exigir unas condiciones de vida especiales y por los ramos de flores amarillas que producen periódicamente (ver Fotografía No. 2).

Los árboles plantados en esta franja de terreno de la Calle 22 son los primeros que enfrentan la contaminación ambiental que en este costado produce la zona industrial de la localidad de Puente Aranda, en particular, las plantas de las empresas cementeras instaladas en lotes de terrenos próximos, hacia el costado sur (HOLCIM, ARGOS y CEMEX, ver Fotografía No. 3) y las Terminales Puente Aranda de Chevron y de Ecopetrol. Esta serie de árboles aportan oxígeno, absorben el CO2, capturan carbono, filtran los contaminantes y partículas finas, retienen algo de polvo, los cuales estas empresas y otras generan con los movimientos de materiales y con sus chimeneas, y la que producen los vehículos que circulan por las vías cercanas (por ejemplo, la Av. Carrera. 68 y la Av. Cra. 60). Los árboles ayudan a evitar la erosión de los suelos, suministran a estos nutrientes y, por ende, los mantienen abonados. También contribuyen a morigerar el ruido que emiten estas empresas en varias fases de sus actividades, ayudan a enfriar el aire y proveen espacios de sombra. Los árboles facilitan a los seres humanos bienestar psicológico y físico, varios tienen propiedades medicinales, es evidente que son útiles  a las personas en aspectos diferentes, lo cual hace lógico que debamos estimarlos y conservarlos. 

Considero que la florescencia amarilla de los Chicalás  puede ayudar a los visitantes a ubicar a los Conjuntos Residenciales allí construidos y al edificio que controla el tráfico de los trenes por las líneas férreas (instaladas en el siglo pasado), los trenes suelen detenerse un lapso de tiempo breve al frente de éste (ver Fotografía No. 4). Pienso que los árboles pueden servir para integrar a la comunidad del lugar, brindar cierta identidad, mejorar el entorno. Estimo que su contemplación va a resultar placentera a quienes caminen y transiten en sus vehículos por la Calle 22, incluidos los pasajeros que se transporten en los vagones de los trenes.

Me agrada observar que estos árboles (jóvenes todavía) que he sembrado son visitados por varias especies de aves, abejas, mariposas y otros insectos, incluso he visto cerca en el prado brotar hongos y deslizarse a una serpiente Sabanera. Estos árboles están contribuyendo a recuperar la mencionada franja de terreno del abandono en que se hallaba y a que los vecinos de Ciudad Salitre Sur-Oriental tomen conciencia de apreciarla y cuidarla. Los espacios públicos que no usan los ciudadanos de un barrio a veces son tomados por vendedores ambulantes, por conductores de vehículos, por personas en pobreza extrema, por desplazados, por delincuentes, por individuos que vagan por las calles tratando de sobrevivir, también pueden ser sitios donde se arroja diferentes clases de basura y se hacen necesidades fisiológicas. Hay vecinos que ahora caminan por esta franja acompañados de sus perros. Deploro que algunos conductores de camionetas y camiones transportadores de mercancías, taxistas, transportadores privados de personas y algunos propietarios de automóviles particulares estacionen sus vehículos en su prado para efectuar diversas acciones que en ocasiones dañan el césped y las ramas de algunos árboles (ver Fotografía No. 5). Vendedores ambulantes también se ubican allí en determinados momentos del día para vender comidas, bebidas y mercancías.

Opino que un fragmento del terreno que fue cementado hace doce años en esta franja sur de la Calle 22, en la Cra 63, por la empresa constructora de los Conjuntos Residenciales de casas y edificios entre la Cra. 63 y la Cra. 64, para que sirviera de estacionamiento vehicular provisional, debe ser recuperado (ver Fotografía No. 6), en los periodos de lluvias suelen formarse charcos que deterioran este espacio y la calzada. Existe una arboleda que cumple una función medioambiental importante en este sector, entre una bodega que fue de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia (actualmente en poder de la empresa ARGOS, fabricante de cementos y concreto) y la Planta de concreto de HOLCIM, esta arboleda considero que debe preservarse y renovarse con otros árboles jóvenes de especies nativas. Solicito al Jardín Botánico de Bogotá y a la Secretaría Distrital de Ambiente el favor de preocuparse por su buen estado y mejoramiento, más cuando se realizan actividades fabriles y de edificación en su vecindad.

Aprovecho la ocasión para manifestar mi satisfacción por la siembra de árboles jóvenes que ordenó el Jardín Botánico de Bogotá en las áreas verdes del lado norte de la Calle 22, entre la Carrera 62 y la Carrera 64A (ver Fotografía No. 7), y que abarcó otras localizadas hacia el occidente, próximas a la Av. Cra. 68. Espero que estos árboles plantados por la empresa contratista sean apropiados para los suelos y las dimensiones de estos espacios. Dicha siembra de árboles jóvenes ha comprendido otras áreas verdes de Ciudad Salitre Oriental, le ha adicionado un número significativo y variado de ejemplares. Esta plantación de árboles es benéfica para el medio ambiente de todo este sector y lo hace más agradable a sus habitantes, he observado que algunos vecinos están contentos y los cuidan. Tener jardines y árboles cultivados alrededor de los inmuebles contribuye a mejorar la salud física y mental de los residentes al ser el aire más limpio y al disminuir la presión arterial y el estrés, contemplarlos causa placer; por otra parte, agregan valor a los inmuebles.  

Juzgo importante y provechoso el mantenimiento periódico y el control que se haga a todos estos árboles plantados para que continúe bien su desarrollo y se intervengan oportunamente problemas de enfermedades, plagas y daños que puedan sufrir. Esto lo necesitan más los árboles pequeños y jóvenes sembrados. Mi persona con voluntad, perseverancia, trabajo (sin apoyo efectivo y constante de otros), ha tratado de hacer esta labor de arborizar en beneficio del medio ambiente de este sector de la ciudad. Espero que perdure, me alegra haber dado ejemplo a los vecinos, obviamente confío que el Jardín Botánico de Bogotá la respaldará y que efectuará a los árboles un mantenimiento integral. En diciembre 28 de 2020 tuve ocasión de hablar y recorrer la Calle 22, entre la Cra. 60 y la Cra. 64, con la ingeniera forestal Bibiana Peralta, Referente de Coberturas del Jardín Botánico de Bogotá, para las Localidades de Teusaquillo y de Fontibón, le enseñé los árboles cultivados por mi persona y solicité la colaboración de la entidad para la cual labora, he observado que mi petición fue tenida en cuenta (lo cual agradezco), confío que sea constante. Manifesté que tenía pensado escribir al respecto para hacer memoria, tal vez mi actividad de arborizar podría interesarle a alguien, aquí enseñó lo que escribí acerca de esta experiencia.  

Orlando Beltrán Moreno.

Bogotá, D.C., marzo 28 de 2021.  

 

 

*Este escrito fue enviado por mi persona a la Subdirección Técnica Operativa. Arborización. Jardín Botánico de Bogotá.

 

 

 

 

Fotografías

 

 


 Fotografía No. 1

  


 

Fotografía No. 2

 


 


 
                                                                     Fotografía No. 3

 

 


 


Fotografía No. 4

 

 



Fotografía No. 5

 


 




 Fotografía No. 6

 

 





 Fotografía No. 7

 

 

 

 

 

 

 

martes, 15 de agosto de 2023

Cuentos cortos

 

 

Relatos cortos

 

 Divagación de un ciclista mojado

  Hoy la lluvia me ha mojado en la mañana rodando en mi bicicleta, mientras realizaba varias diligencias  en la localidad de Teusaquillo. Algunos carros que han pasado a mi lado me han salpicado con el agua lluvia de los charcos, he sentido mi ropa húmeda, adherida a mi piel. Para consolarme me he dicho a mi mismo que no todos los días son soleados y con nubes menudas en el firmamento. En la tarde, el cielo en esta localidad se ha despejado de las nubes más grávidas y oscuras, el Sol ha podido brindarnos más radiación. Así es el devenir de los días, el clima es mudable, hay azar y diversidad en la vida de los terrícolas.

Bogotá. Mayo de 2015


 

  Soy un Géminis.  
 
Salí afanado del apartamento, tenía 48 minutos para llegar puntual al concierto de la Orquesta Filarmónica. Caminé rápido hasta la Calle 24, tomé un bus; me sorprendió el número 2211 que tenía su placa. Miraba con frecuencia la hora en el reloj; descendí en la estación de la UN. Llegué agitado al Auditorio, faltaban 11 minutos para las 4.00 pm.  Compré la boleta, me correspondió el asiento H22 de platea. En el programa musical estaba la obra "Cástor y Pólux" de Rameau. Caminando hacia al puesto me dije: "Hechos aleatorios me recuerdan que soy un Géminis".

Bogotá. Octubre de 2017






Alma Máter.
Un egresado vino a recorrer el Campus de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, acompañado de un nieto. Le agradaba observar aquí la variada arquitectura de sus edificios, mirar espacios significativos para él, disfrutar de sus áreas verdes y hacer actividad física. Caminando por un sendero esta persona vio escrito con pintura negra en una pared blanca de un edificio el siguiente graffiti: “La memoria no se borra con pintura blanca”.  Se detiene y le dice a su nieto que mire esto.  
El nieto, sorprendido, lee la frase escrita y dice: Tiene chispa!
El egresado comenta: Ingenioso, pero, la memoria no se escribe sólo en las paredes ni es el medio más apropiado para hacerlo y para comunicar. Reconozco que las paredes blancas de varios edificios han sido empleados como palimpsestos durante años, donde los ciudadanos expresan ideas cortas, disconformes, sentencias.
Añade: Curioso encontrar una frase como esta este año, pues la Universidad cumple 150 años de creada, aunque este Campus sólo tiene ochenta. El Campus fue diseñado arquitectónica y paisajísticamente para tratar de ser adecuado y funcional a las facultades de la Universidad y para hacer grata la vida universitaria de su comunidad; es un conjunto de edificaciones que tienen significado arquitectónico, histórico e importancia para la educación y las ciencias colombianas. Es un ámbito particular: aquí se han realizado y hacen actividades académicas, investigativas, culturales, artísticas, deportivas, administrativas y políticas. Varias generaciones de jóvenes por sus méritos de conocimientos y capacidades han estudiado en estos edificios y un número apreciable de egresados trabajamos en diversas partes de Colombia, contribuyendo a su desarrollo. Mijo, ¡la UN es nuestra Alma Máter!  Prosigamos.

Bogotá, 2017




Un búho orejudo

Señor, ha llegado la hora de cierre de la biblioteca Atena. Comprendo, gracias. Salgo del edificio, la noche es fría, camino unos ciento veinte metros, me dan ganas de orinar, me acerco a un Roble y descargo mi vejiga. Escuchó a un ave volar, levanto mi cabeza, miro en derredor. Observo a la izquierda en un árbol pequeño, próximo, a un búho orejudo, me mira con atención, hago otro tanto. Termino de orinar, levanto la mano derecha hacia un bolsillo de mi chaqueta. El búho desconfiado vuela y lo pierdo de vista. No recuerdo haber tenido tan cerca a un ave de esta especie; no es extraño encontrarlo en un parque arborizado y que alberga un centro cultural. Los búhos son animales apreciados por Atena, además, Homero se refiera a ella como la que tiene ojos de lechuza.

                                                                 Bogotá, mayo de 2024


 
 
 
 
 

Por curioso 

Salí del apartamento donde resido al pasillo, oprimí el botón para que el ascensor viniera a recogerme. Arribó, entré, toqué el botón del primer piso. Guardé mi llavero en el bolsillo izquierdo del pantalón, abotoné mi saco, miré la ventanilla digital para saber si el ascensor había llegado al primer piso. Sorprendido, observé que se dirigía hacia los pisos superiores. Llegó al piso veinte, abrió su puerta, ninguna persona ingresó, salí a mirar. Vi, a la izquierda, los escalones de la escalera peatonal que llevaban al techo de la torre. Subí hasta la puerta, la cual estaba cerrada, la falleba horizontal de la mitad no tenía candado. Dado que nunca había estado allí, la curiosidad me hizo moverla y mirar el panorama desde esta altura. Tres chulos levantaron vuelo cuando abrí la puerta. El viento soplaba fuerte, intenté caminar pero, me quedé pasmado con lo que veía tan pequeño y vago de la ciudad, con la soledad de este espacio. Sin dudar, aunque tembloroso, cerré. No soy ave rapaz ni un curioso arrojado!

 Bogotá, septiembre de 2024

 


Por comprar un pan 

Rodando en mi bicicleta por el barrio San Fernando vi la panadería y cafetería Astropan en la la esquina de la Calle 72 con Carrera 60, me detuve frente a ella a comprar un baguette.  Estacioné mi bicicleta a la entradacasi dejo olvidado mi bolso en la canastilla. Hice el pedido del pan y fui a la caja a pagar su valor. Había cuatro personas haciendo fila, volteé mi cuerpo varias veces para observar mi bicicleta. La fila no era atendida rápida por una cajera de unos 55 años y algunos clientes de la fila a último momento pedían otras cosas. Deje de observar mi bicicleta cuando era atendido el cuarto cliente, saqué un billete de mi cartera por el valor exacto del pan. Entregué el billete a la cajera, recogí mi pan, di media vuelta y me dirigí a la salida. Oh!, mi bicicleta no estaba. Mire la calle y no vi al ladrón con mi bicicleta, miré por la carrera y tampoco. Corrí por el andén de la carrera hasta la esquina, pero no lo descubrí. Estaba sorprendido que hubiera desaparecido tan rápido. Me disgusté mucho por perder mi vehículo de transporte, la tenía hace catorce años, era una Cannondale, un modelo clásico; le había instalado accesorios buenos y útiles. Mi gringuita me sirvió mucho! ¿Por qué no le coloqué la cadena con el candado que estaba en la parrilla?

Bogotá, noviembre de 2024

lunes, 29 de mayo de 2023

La serpiente Sabanera o Tierrera

 

La serpiente Sabanera o Tierrera

La serpiente Sabanera es nativa de la altiplanicie cundiboyacense, es un ofidio que tiene la capacidad de soportar el frío y la altitud de esta región de la cordillera oriental de Colombia, el hecho que habite entre los 2000 y 3300 metros permite entender que esté presente en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santander y Meta. Esta serpiente es un reptil delgado y de una longitud pequeña, gusta de vivir en áreas abiertas, su vida es semisubterránea, vive periodos de tiempo prolongados debajo de la superficie del suelo, aquí encuentra alimento, efectúa excavaciones y se protege de ataques de animales más grandes. La serpiente Sabanera en el dorso puede ser de color negro, café, gris azulado, gris oscuro; en el sector ventral presenta colores amarillo claro, anaranjado, verde limón, con manchas negras. Algunas serpientes enseñan en su piel, desde su cabeza hasta la cola, anillos de colores amarillos y rojizos. Tiene una cabeza pequeña, la cual al no ser prominente no se diferencia de manera notoria del resto de su cuerpo, que es cilíndrico, no voluminoso, sus ojos son pequeños y redondos (véase fotografía No. 1). Estas serpientes pueden llegar a tener una extensión de aproximadamente 40 cms., las hembras poseen un cuerpo de más tamaño que el de los machos. La serpiente Sabanera o Tierrera no es agresiva, no es venenosa, no muerde, su comportamiento es tranquilo y repta lentamente, suele evadir a los seres humanos. La serpiente Sabanera es de la familia Colubridae, subfamilia Dipsadinae, género Atractus, especie Atractus crassicaudatus, clase Reptilia, orden Squamata y suborden Serpentes, infraorden Alethinophidia.

La serpiente Sabanera se halla en áreas abiertas, en terrenos con una humedad relativa alta. Gustan de los suelos humíferos, en los cuales se pueden introducir con facilidad, excavar la tierra y establecer allí su morada, también buscan ocultarse y morar bajo ramas y troncos de árboles caídos, incluso debajo de piedras medianas y grandes. Dado que su cabeza es muy pequeña, su cuerpo cilíndrico y delgado, puede desplazarse con facilidad y meterse en el interior de la tierra (véase fotografía No. 2). En estos suelos húmedos y con materiales orgánicos que se biodegradan la serpiente Sabanera o Tierrera vive entre insectos, raíces y otros animales pequeños. En dicho medio ambiente las hembras ponen sus huevos y las crías nacen transcurridos varios meses, en el otro periodo lluvioso que sucede en el altiplano cundiboyacense, entre octubre y diciembre. En la Sabana de Bogotá se encuentra en áreas verdes conservadas, en bosques, en humedales, en laderas de los ríos, en pastizales, en potreros, en parques, tanto en el sector rural como en el urbano. Suelen vivir en lugares húmedos, próximos a donde el agua fluye como ríos y quebradas o en donde está depositada.

En sus desplazamientos por el suelo estos ofidios se mueven lentamente entre la hierba y la tierra, pueden excavar e introducirse en esta última, al hacerlo la aflojan y airean, esta capacidad que tienen de penetrar en la tierra y de vivir en su interior hace comprensible que la llamen también “Tierrera”. Suele alimentarse de lombrices de tierra, gusanos, moscos, zancudos, arácnidos y otros insectos de dimensiones menores. Cumple un papel ecológico en los ecosistemas que habita dado que controla las poblaciones de varias especies de insectos. Es una serpiente que ha estado muy amenazada de extinción por la violencia que sufre de los seres humanos (quienes creen que son peligrosas y las matan), por la destrucción de su medio ambiente, por ataques de animales como perros, gatos, ratas y aves ofensivas y rapaces. Son animales que llevan siglos viviendo en la altiplanicie cundiboyacense, a pesar que hemos alterado y reducido su hábitat y que han sido menospreciados,  son dignos de respeto y que se les trate con delicadeza. Además, merecen que sean más estudiados y que los conocimientos sobre ellos se difundan entre los habitantes del sector rural y de las ciudades de esta región de la cordillera oriental para que de manera comprensible se respeten y aprecien.

En Bogotá, las serpientes Sabaneras se pueden encontrar en los humedales, en los taludes de quebradas y ríos, en potreros, en parques, en franjas de césped, en pastizales, en las rondas de canales de ríos. No es extraño verlas deslizándose en andenes, senderos y sobre las calzadas de vías, en estos sitios las he visto golpeadas o aplastadas, hecho funesto (véase fotografía No. 3). Les gustan los lugares húmedos porque puede moverse en estos con más facilidad, sus cuerpos resisten el frío, se suelen ver en los periodos lluviosos, por lo general hacia el crepúsculo y en la noche. Cuando el agua lluvia inunda sus moradas excavadas en el suelo se ve forzada a abandonarlas y a buscar un mejor sitio. Es una especie endémica de la altiplanicie cundiboyacense,  pertenece al grupo de las serpientes inofensivas. Las serpientes Sabaneras no son venenosas, no muerden ni atacan a animales de mayor tamaño; al enroscarse en un tallo, en una rama, no lo hacen con fuerza. Cuando perciben amenazas de otro animal sus cuerpos expelen un olor fétido, que previene e induce a apartarse al potencial agresor; también tienen la capacidad de moverse más rápido y escapar. En ocasiones ante el peligro de ser objeto de violencia se aturde y permanece quieta, adopta la apariencia de un tallo sin hojas, caído de un árbol. Los prejuicios, el miedo y la ignorancia inducen a ciertas personas a matarlas cuando las encuentran, lo cual es una acción violenta innecesaria, errada y dañina. Es pertinente y educativo adelantar campañas públicas de conocimiento y respeto de la serpiente Sabanera o Tierrera, de las ranas, sapos, caracoles, cangrejos y otros animales nativos de Bogotá y la Sabana. Esta educación ecológica también compete a las cuadrillas de los trabajadores de las empresas de aseo y del Jardín Botánico de Bogotá que cortan el césped, hacen mantenimiento a los árboles y siembran otros, a los jardineros que prestan sus servicios a diversos predios.

 Los indígenas muiscas, quienes habitaban en la altiplanicie cundiboyacense cuando llegaron los conquistadores españoles en el siglo XVI, apreciaban y respetaban a las serpientes Sabaneras, para ellos era un animal sagrado (recuérdese que Bachué y su hijo emergieron de la  laguna de Iguaque, ubicada en Boyacá, y regresaron ya adultos mayores a esta misma laguna, transformados en serpientes). La figura de la serpiente Sabanera está muy presente en la simbología de los muiscas, para ellos estas serpientes son un ejemplo de sabiduría, y las relacionaban con el agua que consideraban una potencia creadora y fértil. Los muiscas las pintaron en las rocas y en los recipientes de la alfarería que fabricaban, junto a ranas, sapos, peces y corrientes de agua.

Anexo a este escrito un video que una señora efectuó hace más de un mes cuando les hablaba a unas niñas sobre una serpiente Sabanera que habían hallado en un prado cercano al Canal del río San Francisco (denominado por los Muiscas río Vicachá), entre las Carreras 62 y 63 de Bogotá), sin percatarme de su realización Deseo anotar que recuerdo haber visto esta serpiente en otros sitios de la ciudad de Bogotá como en el Parque Metropolitano Simón Bolívar, en el parque de la Biblioteca Pública Virgilio Barco y en los terrenos de la Universidad Nacional de Colombia. En Bogotá la serpiente Sabanera o Tierrera se halla en peligro de extinción por las construcciones diversas que se realizan, la disminución de las áreas verdes, la contaminación y las agresiones de que es objeto; es un reptil que es nativo, inofensivo y que debemos respetar. 

La serpiente Atractus crassicaudatus no debe confundirse con la homónima culebra Sabanera (Erythrolamprus epinephelus bimaculatus), la cual presenta el vientre de color rosado pálido en el que se intercalan escamas negras y rojizas, el dorso es de color verde con escamas negras, tiene franjas negras con escamas rojas, la lengua es negra. La culebra Sabanera puede alcanzar una longitud de 80 cms., también es nativa de la sabana cundiboyacense. Reside en pastizales de páramos, bosques húmedos altoandinos, en espacios ribereños cerca de la alta montaña. Suele estar en el suelo, entre la hojarasca, puede trepar a los árboles y nadar, en este hábitat busca alimentarse de ranas, renacuajos, sapos, insectos, lagartijas. Esta culebra puede introducirse en la tierra del suelo, hacer túneles con la intención de refugiarse y para escapar en caso de peligro. Tiene la capacidad de levantar la parte de anterior del cuerpo y aplanar las costillas del cuello con el propósito de intimidar a quienes la atacan, esta actitud no la asume la Atractus crassicaudatus

Orlando Beltrán M.

Bogotá, mayo 15 de 2023.

 

  

 

Bibliografía consultada.

Relatos de la fauna silvestre en Bogotá. Guía de campo. Primera edición, noviembre de 2019.  Bogotá. Secretaría de Cultura Recreación y Deporte. Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. 2019.

R. Felipe Patermina. Víctor H. Capera-M. “Atractus crassicaudatus-Serpiente sabanera.” Catálogo de anfibios y reptiles de Colombia 3(2): 7-13.  Consultado el 20 de noviembre de 2020.

www.colsalle.edu.co/web/index.php/noticias/91-la-serpiente-sabanera-

www.es.wikipedia.org/wiki/Atractus_crassicaudatus

 

 

 

Fotografías


Fotografía No. 1









Fotografía No. 2 








Fotografía No. 3

 







Vídeo